Ciència i medi
En peligro de extinción
Publicat el 30-09-2014
Text i fotos: Luis Rubio
Jubilado, aficionado a la Ornitología que vive con preocupación el declive del medio rural, especialmente en áreas de montaña, su repercusión en las aves y en la naturaleza en general.
He procurado no hacer ruido. Solo se habían escuchado los cantos de unos gallos de los corrales vecinos. He cargado con todo el equipo de observación y de fotografía y lo he llevado a la planta baja, donde tenía que calentarme el café con leche del desayuno y salir rápidamente. Estaba clareando y quería llegar a las inmediaciones de Berdejo, antes de la salida del sol. Desde Malanquilla, no se tardaba más de un cuarto de hora.
En el pueblo no se veía a nadie. Los agricultores se levantan más tarde. Hay que dejar que el cereal pierda la humedad de la noche antes de empezar a cosechar.
He tomado el atajo de la dehesa. Había observado una pareja de aguiluchos pálidos por esa zona y quería confirmar si era su área habitual de vuelos.
A 1050 metros de altitud, en las estribaciones del Sistema Ibérico, cerca de Soria, la mañana estaba fresca. Sin embargo, las primeras luces presagiaban un día cálido y soleado.
No han aparecido los aguiluchos pálidos, pero sí la pareja de cernícalos primilla que todos los años vuelve a su nido en un hueco de la fachada del almacén municipal del trigo. No ha faltado el milano negro que, parado en su observatorio del poste de madera de Telefónica, vigilaba el cercano palomar del viejo restaurante La Venta.
Cuando, después de pasar Torrelapaja, he llegado al cruce del río Manubles, el sol ya daba sobre las escasas almenas que quedaban en el castillo medieval de Berdejo.

Amaneciendo en Berdejo
Se podía escuchar el silencio, solo roto por el piar de un numeroso grupo de abejarucos.

Abejarucos
La luz que daba sobre los farallones calizos, donde anida la colonia de buitres leonados, era espectacular.

Buitre leonado
Cada vez quedan menos buitres en la comarca. Los rebaños de ovejas, antes numerosos, se han reducido a uno solo que encierran en un corral en dirección a Reznos, a un par de kilómetros en el interior del carrascal.
Los corzos, que se han reproducido mucho en los últimos años, están siendo el alimento alternativo a las reses. Aun así, no hubieran sido suficiente carroña para las más de cincuenta parejas de buitre leonado, con que hace 10 años había contado en la buitrera situada sobre el molino harinero, abandonado en los años 60.

Restos de un corzo comido por los buitres
Pero en esta ocasión mi objetivo eran mis amigos alimoches. Una pareja que voy siguiendo desde hace unos años. Vuelven a primeros de marzo, siempre a su mismo nido, en una pequeña oquedad, en los cantiles del0 río. Habrán pasado el invierno en el Africa Subsahariana. Allí llegarían tras atravesar toda España y el Estrecho por las inmediaciones de Tarifa, durante el mes de septiembre. SEO/BirdLife considera a esta especie como ave amenazada en peligro de extinción. En España en los últimos 10 años ha disminuido el número de ejemplares en un 25%.*

Pareja de alimoches
Hoy además se alegrarían de verme. Les dejaría en la misma roca de otras veces, las vísceras que me había dado el carnicero del pueblo. En cuanto las vieran, y habiendo yo desaparecido de su vista, darían buena cuenta de ellas.
Bajo el gran nogal de la orilla del río, he situado el trípode para el telescopio terrestre. Con él esperaba observar, al detalle, la entrada del nido y además, usando un adaptador, acoplar la cámara al telescopio y conseguir fotografiarlos sin molestarles.
El alimoche, con una envergadura de hasta 170 cms, es el más pequeño de nuestros buitres. Se alimenta de todo tipo de restos y es conocida su habilidad para romper los huevos de grandes aves, incluso con piedras sujetas con el pico.
Teniendo en cuenta la época, esperaba poder avistar su cría que casi todos los años conseguían sacar adelante la pareja. Las plumas de los individuos adultos son blancas con tonos amarillos, salvo en el extremo de sus alas rémiges que son negras. Su cara está desprovista de plumas, su piel es amarillenta y el pico largo y afilado. En su cuello destaca una gorguera de plumas blanquecinas. Las de las crías, por contra, son marrones casi negras y tardarán cinco o seis años en adoptar los colores adultos aunque su tamaño, por esas fechas, ya sea casi el mismo que el de sus progenitores.

Alimoches, cria más obscura y adulto
Tengo la seguridad de que los alimoches adultos no tardarán en salir del nido. Tras observar el exterior desde la entrada de la oquedad, saltan a un promontorio situado en unas rocas próximas al nido, que usan como posadero y observatorio del valle. Unos diez minutos después y cuando todavía los adultos ni se han movido del posadero, ha aparecido la cría de alimoche por la puerta del nido. Todavía no puede volar. Tarda unos 80 días desde su nacimiento.

Alimoche delante de su cueva nido
He tenido casi media hora para observar y fotografiar a los alimoches y su cría, antes de que el joven se perdiera en el interior del nido y los adultos levantaran el vuelo en busca de alimento, sobrevolando los roquedos.

Pareja de alimoches en el posadero
He recogido mis bártulos y he tomado el camino de vuelta. He visto a algunos vecinos caminando por la cercana carretera. También ellos regresan al pueblo durante el verano, después de pasar el invierno en la capital. Este año solo tres casas han permanecido abiertas entre octubre y mayo . Estas tierras ya no dan ni para esa economía de subsistencia que durante tantos años había sido su forma de vida. En verano, los paseos por la carretera a primera hora de la mañana, antes de que caliente el sol, algún rato en el pequeño huerto familiar, la partida en el café después de comer y la charla pausada con los vecinos a la caída de la tarde, ocupan su tiempo. Solo unos pocos, que trabajan las tierras de todas las familias del pueblo, siguen manteniendo activos el tractor y la máquina cosechadora.Ninguno de sus hijos les sigue en ese oficio.

Alimoche en vuelo

Máquina cosechadora en desuso
Cerca de casa he vuelto a ver la bandada de avutardas que, desde hace dos años nos visitan en verano. Pero de ellas hablaremos en otra ocasión.
*Aves amenazadas en España de SEO/BirdLife, Juan M.Valera Simó de Lyns Edicions, 2007
Toni Fuertes01/10/2014 at 17:00
Luis, Magnifico articulo i estupendas fotos de las aves que son tu afición preferida.
Toni
David05/10/2014 at 22:21
Muy buen artículo y fotos. Al leerlo parece que estés allí. Ya estoy esperando el de las avutardas 😉
Concha Mata06/10/2014 at 12:40
precioso artículo y preciosas fotos.
Eusebio08/10/2014 at 21:05
Me ha gustado y deleitado. Gracias por tu dedicación. ¿Lo conoce Guillermo? Creo que le gustaría.
Fernando Martín09/10/2014 at 18:34
Al menos nos quedan todavía retazos de naturaleza y, si es descrita como lo haces tú, tenemos un guía extraordinario. Mira por donde, ahora entiendo de pájaros un poquito, mucho más que lo que entendía hasta ahora, que era nada. Me dan ganas de madrugar para verlos… el próximo verano.
Montse Mas20/12/2014 at 12:41
Fotografías espectaculares, aunque ya conocía tu excelencia en ese campo. En cuanto al texto, me ha sorprendido e impresionado. Voy a reenviarle el artículo a Roser Rabella que ella sí es una iniciada en ornitología y sin duda le entusiasmará. Agradeceré me incluyas en los receptores de la próxima entrega.
Xavi Olivera20/12/2014 at 17:55
Buen trabajo y preciosas fotos, gracias por compartir.